lunes, 13 de abril de 2015

Desperté soñando contigo

Hace tiempo que no te veo, nuestras pláticas se limitan a breves encuentros en internet, a un par de palabras acompañadas de los emoticonos que en cuanto descubriste comenzaste a utilizar, no se si se pueda ser adicto a esas curiosas caritas pero estoy segura que de ser así. eres casi tan adicto como yo.
Al inicio nuestras charlas eran diferentes, tardes en el teléfono o encuentros en algún café que terminaban en una larga caminata, tocabas mi mano y recorríamos las calles casi sin darnos cuenta, cuando menos lo esperábamos y a mitad de una discusión sobre si era mejor beber café o te por la mañana o si las placas de los autos deberían ser azules en lugar de cafés llegábamos a nuestro destino y entonces parecía que separar nuestras manos era lo más difícil del mundo.

Un "Bueno, hasta luego" era normalmente el final, una breve frase que distaba por mucho de los "y si te quedas conmigo" que pasaban por mi mente a cada segundo. 
Un día después de pelear me confesaste que odiaste esa última cita y odiaste a la amiga que me acompañó.
"En otra situación tu amiga no me habría caído mal pero me dio coraje saber que después de casi un mes de no vernos tuviste que ir acompañada" recuerdo perfectamente tus palabras, al parecer para tí ese era un día muy importante, a pensar de conocernos tiempo atrás, era importante para tí pedirme que fuéramos novios.
Cuando lo dijiste me resultó extraño, creo que nos habíamos atrasado en poner título a nuestra relación a pesar de que el título era todo lo que faltaba, lo demás estaba ahí, en tus ojos, en esa sensación que me inundaba al verte marchar y en lo bien que nos conocíamos el un al otro...
Pero hoy desperté soñando contigo, charlábamos sin sentido como tantas otras veces, de alguna forma te había encontrado y ahora era momento de irme, no te quería dejar y tu insistías en acompañarme, no se muy bien por que pero yo prefería ir sola.
Estabas detrás de mí y me envolvías con tus brazos, tus dedos se entrelazaban con los míos, te acercaste a mi oído, dijiste algo que me hizo reír y cuando voltee a verte me besaste... justo en ese momento desperté, preguntándome que será de ti, si te habrás cortado en cabello o si al fin has dejado de temer a los cuervos.
Prometo que si dejo de temer a tu recuerdo te escribiré, tal vez te preguntare por el trabajo o por ese último viaje que hiciste o quizá solo te pregunte si llevas la camiseta verde que traías puesta en mi sueño pero mientras reúno el valor suficiente para hacerlo le diré al viento que te quiero, le contaré cuantas veces he estado a punto de llamarte y le diré que en cada ocasión la desesperación de mi cobardía ha provocado que lance el teléfono lejos.
Pensándolo bien si me llego a animar  a escribirte te diré que me debes un teléfono, pues el mio tiene tantas grietas y tantos raspones que casi ya no sirve pero estoy segura de que si lo sostienes en tus manos una vez más, volverá a funcionar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario