miércoles, 30 de septiembre de 2015

Regresar a tí


Cruce la puerta, vi los árboles y me pregunté si todos los días estarían igual de verdes, sentí una brisa acariciar mi rostro y a pesar del sol pude notar el humo que salía de la taza de café que llevaba en la mano mientras me alejaba de la oficina rumbo al jardín que esta cerca del estacionamiento.


Antes de pisar el cesped un pequeño conejo de peluche llamó mi atención, estaba colgado en el retrovisor del auto rojo y me pregunté como y cuando había llegado el juguete a ese lugar pero mientras intentaba adivinar la respuesta escuché una voz detrás de mi.
-¿Estas bien?
-¿Eh?- respondí distraídamente mientras giraba 
-Te pregunto que si estas bien, nunca te veo fuera de la oficina
-Si, gracias, pero quiero estar afuera un par de minutos
-Esta bien pero si necesitas algo, búscame
Con una sonrisa me despedí de Ana, la mujer de 37 años y luces en el cabello con la que he trabajado los últimos dos años, nuestros escritorios están justo enfrente, conozco a sus dos hijos y a pesar de haber compartido tantos cafés y horas extras ella no sería capaz de saber por que decidí por primera vez tomar los 20 minutos que todos los demás utilizan para ir a desayunar.
Y es que mientras probaba el caliente líquido y mis ojos se dirigían a una hoja que había caído sobre el pasto llegó a mi mente la imagen de un mantel tejido, estaba sobre una vieja mesa de madera y un par de gotas de café resaltaban en la blanca superficie.
El recuerdo puso una sonrisa en mis labios mientras un destello de dolor cruzaba mi pecho recordándome por que decidí dejar la oficina y abandonar el teclado de la computadora que recibe el 80% de mi tiempo todos los días.
Y es que recordando vuelvo a sentir, vuelvo a ser feliz y vuelvo a añorar, a desear escuchar tu voz, aspirar tu fragancia y tocar la punta de tus cabellos o descubrir el color de tu corbata y es en ese momento de añoranza que el dolor me abraza, que la soledad se acerca a mi y me recuerda con una voz casi melodiosa que no estás aquí.
Me pregunto en que momento entraste en mi, te convertiste en parte de mi vida y lograste dejar una nota en mi mente que me obliga a recordarte, a sentir que me haces falta y a amarte completa, imperfecta y dolorosamente. 
Por que cada que lo pienso me doy cuenta que no sé como es posible desearte a cada momento, quererte cerca de mi a cada instante, a extrañar tu presencia y que mientras que los recuerdos me llenan de felicidad el dolor los acompaña.

Por que te necesito, sin importar cuan cuidadosa sea, cuan autosuficiente logre ser siempre me faltas tu, para completarme, para darle sentido a las cosas, para olvidar lo que siempre quise ser y depender de ti, tanto como jamás creí posible.
Por que esa dependencia me hace odiarte y desearte al mismo tiempo, me hace desear ver tus cosas siempre en mi casa y mientras mi anhelo de privacidad grita, se desespera y lanza señales de alarma por mi cabeza, te quiero cerca, porque aunque me dueles, me lastimas y me llenas de dudas no me imagino sin ti.
Sin los detalles, sin las palabras y los silencios, sin los momentos de libertad que solo encuentro cuando estoy entre tus brazos y aún así, quiero alejarme, quiero ser como antes, quiero olvidar lo que siento al saber que estas cerca de mi sin importar que estemos en distintos lugares.
Quiero dejarte, dejar mi corazón contigo para que te cuide, para que vele tus sueños y  mi mente me ayude a seguir, a continuar hasta que el reloj me diga que es hora, que soy libre y puedo regresar, regresar siempre  ti.